La red de espionaje se expande por Europa.

Europa está en alerta, más ahora que Estados Unidos ha aprobado un paquete de ayuda de $61 mil millones para Ucrania después de muchas demoras. Los refugios de espionaje de la Guerra Fría han vuelto a operar, y las máquinas de propaganda están funcionando a pleno rendimiento, mucho más allá de lo que la Guerra Fría pudo haber producido y difundido.

Alemania ha detenido a dos presuntos espías rusos por supuestamente planear sabotear instalaciones militares estadounidenses allí. Alemania también ha arrestado a otros cuatro por espiar para China. Uno de los arrestados estaba vinculado al principal candidato para las elecciones europeas de junio del partido populista de extrema derecha, Alternativa para Alemania; un partido extremista acusado de tener vínculos con Rusia.

La red de espionaje ahora se expandirá aún más, con mucha mayor complejidad, ahora que Putin ha ganado otro país europeo. La reciente elección en Eslovaquia de un nuevo presidente pro-Rusia, Peter Pellegrini, tiene a Bruselas en alerta. Orban de Hungría ya era problemático, pero ahora tiene otro aliado en la UE. Este es un giro bastante serio hacia la extrema derecha para Eslovaquia, ya que combina el poder del primer ministro Robert Fico (también pro-Rusia) con Pellegrini. Esta semana, el nuevo gobierno eslovaco tomó el control total del radiodifusor público, acusándolo de ser parcial políticamente y no seguir la narrativa preferida por el nuevo gobierno eslovaco.

Entonces, el espionaje está viviendo un renacimiento, y las máquinas de propaganda nunca han funcionado tan suavemente, independientemente de en qué lado del Atlántico te encuentres. Aquí hay dos narrativas, y una multitud de informes (muy pocos desde el terreno) se comprimen en una u otra narrativa hasta que encajan. Los tanques de pensamiento rusos reciben órdenes de Moscú. Cuando Putin quiere intensificar la retórica, hace que analistas militares y presentadores de programas de televisión lo hagan por él, con una narrativa controlada, como planes cuidadosamente diseñados de ataque para una posible guerra con la OTAN, que inevitablemente será recogida por los medios de comunicación occidentales que dicen "te lo dije". En los callejones de los tanques de pensamiento de Washington, también se teje una narrativa, pero esto no es Moscú, donde Putin básicamente dicta la narrativa. Esto es Washington, donde dos partidos políticos y su sustrato de extrema derecha/extrema izquierda trazan una línea en la arena y crean narrativas divergentes sobre lo que realmente está sucediendo en la guerra entre Rusia y Ucrania. Cada vez tiene menos que ver con la guerra real y cada vez más con la política interna, tal como sucedió para Putin hasta su reelección en marzo de este año.

Las narrativas cambian según las necesidades. Recientemente, fue la necesidad de Moscú de que los republicanos ganaran su batalla para dejar de enviar ayuda militar a Ucrania, y la necesidad de la Casa Blanca de que se aprobara su paquete de ayuda.

La narrativa rusa ahora se trata de sembrar miedo a entrar en un conflicto directo con la OTAN, solo para ver qué cae de este árbol que Moscú está sacudiendo. También se trata de enviar un mensaje a los republicanos y a Trump, en caso de que sea elegido en noviembre.

El principal propagandista de Rusia, el presentador de programas de televisión Vladimir Sovolyev, está criticando al Partido Republicano de EE. UU. por traicionar a Moscú, y en particular al Presidente de la Cámara, Mike Johnson, quien dio marcha atrás en un paquete de ayuda de $61 mil millones para Ucrania. Siempre trabajando arduamente, Solovyov luego elogió a la congresista de extrema derecha Marjorie Taylor Greene, mostrando a su audiencia un video de Greene exigiendo vigilante el fin de la ayuda de EE. UU. para Ucrania.