El mundo está experimentando un renacimiento nuclear. Los precios del uranio están disparándose a medida que el mundo adquiere combustible nuclear, el apoyo público a la energÃa nuclear alcanza un nivel máximo de 10 años en los Estados Unidos, Rusia está ampliando activamente su propio imperio de energÃa nuclear en economÃas emergentes en Ãfrica, e incluso Japón está volviendo a la fuente de energÃa libre de carbono 13 años después del desastre nuclear de Fukushima. En total, aproximadamente 60 nuevos reactores nucleares están actualmente en construcción en todo el mundo, y otros 110 están en etapas de planificación.
Pero hay un gran detractor para la nueva revolución nuclear. Hace un año, Alemania sacó del servicio sus últimas tres plantas nucleares. Y parece bastante claro que nunca las volverán a poner en funcionamiento. La firme postura antinuclear de Alemania es sorprendente en muchos aspectos. La nación europea es una defensora proclamada de la transición hacia la energÃa verde, pero optó por eliminar una de sus formas más confiables de producción de energÃa libre de carbono como una prioridad superior a la transición lejos del carbón, el combustible fósil más contaminante.
La eliminación de los últimos vestigios de su sector de energÃa nuclear en Alemania también llega en un momento en que la seguridad energética de la nación es motivo de preocupación. Durante años, crÃticos venÃan advirtiendo que Europa, y Alemania en particular, dependÃan peligrosamente de las importaciones de energÃa de Rusia para mantener encendidas las luces. Y esas advertencias resultaron ser ciertas cuando el continente se sumió en una crisis energética debido a las sanciones energéticas impuestas a Rusia tras la invasión ilegal de Moscú a Ucrania en febrero de 2022. La economÃa y el sector energético alemán se vieron gravemente afectados, ya que el paÃs dependÃa de Rusia para el sorprendente 50% de sus suministros de gas natural en el momento de la invasión.
Pero en lugar de extender la vida de su sector nuclear en interés de la seguridad energética de bajas emisiones, Alemania ha optado por gastar miles de millones en sus propias nuevas plantas de gas natural, complementadas por una significativa expansión de energÃas renovables, y recurrir al carbón cuando escasean los suministros energéticos. Para muchos expertos en energÃa y clima, la decisión ha sido simplemente desconcertante.
Entonces, ¿qué pasa? Según un informe reciente de The Conversation, la postura de Alemania sobre la energÃa nuclear es el resultado de una larga historia en lugar de un debate sobre realidades geopolÃticas actuales. La decisión de eliminar por completo la producción de energÃa nuclear "solo puede entenderse en el contexto de los desarrollos sociopolÃticos de posguerra en Alemania, donde el antinuclearismo precedió al discurso público sobre el clima", argumenta el informe. Las motivaciones para el vehementemente antinuclearismo en ese momento incluÃan "una desconfianza hacia la tecnocracia; miedos ecológicos, ambientales y de seguridad; sospechas de que la energÃa nuclear podrÃa fomentar la proliferación nuclear; y oposición general al poder concentrado (especialmente después de su extrema consolidación bajo la dictadura nazi)".
Pero los argumentos en ese momento, que favorecÃan alternativas energéticas como la solar y eólica, no se centraban en la preocupación por el clima. En cambio, giraban en torno a la descentralización y democratización de los recursos energéticos y su potencial para contribuir a una mayor autosuficiencia y empoderamiento ciudadano. Era un argumento a favor de una reestructuración de abajo hacia arriba de las arraigadas y autocráticas relaciones de poder. Lo que significa, para los crÃticos, que la postura antinuclear en Alemania está arraigada en una realidad que ya no existe. La Guerra FrÃa ha dado paso al calentamiento global, y se necesitan nuevas ideas y estrategias para hacer frente a estas nuevas amenazas existenciales.
Ahora, un año después del cese total, más de la mitad de los alemanes creen que el momento de la retirada nuclear fue un error, y los expertos de la industria afirman que los alemanes pagan más por la energÃa como resultado directo de este giro. Sin embargo, incluso con un cambio ideológico y una actualización de las plataformas polÃticas, la industria nuclear alemana no podrÃa volver en lÃnea de la noche a la mañana. El desarrollo de nuevas plantas nucleares es una tarea lenta y costosa, a menudo se extiende durante más de una década. Comenzar desde cero, cuando las amenazas del cambio climático y la seguridad energética son tan urgentes, no tiene sentido para Alemania. Mientras el resto del mundo se moviliza en torno a un resurgimiento de la energÃa nuclear, Alemania tendrá que forjar su propio camino.
Por Haley Zaremba para Oilprice.com
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Haley Zaremba is a writer and journalist based in Mexico City. She has extensive experience writing and editing environmental features, travel pieces, local news in the… More
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